Gastar a sí mismo
8/8/2004
“De la fe fluye el amor y la alegría en el Señor, y de amor una mente feliz, dispuesta y libre, que sirve al vecino de buena gana y no tiene en cuenta su gratitud o ingratitud, elogios o culpa, ganancia o pérdida. Porque un hombre no sirve para que pueda colocar a otros bajo obligaciones, no distingue entre amigos y enemigos, ni tiene previsto su gratitud ni ingratitud, sino con plena libertad y de buena gana se gasta a sí mismo y todo lo que le pertenece, ya sea que lo desperdicie todo en los desagradecidos o que gane una recompensa… Así como nuestro Padre Celestial ha venido libremente en Cristo para ayudarnos, nosotros también debemos ayudarle libremente a nuestro vecino mediante nuestro cuerpo y sus obras, y cada uno debe convertirse, por así decirlo, en un Cristo para el otro, para que seamos Cristos el uno al otro y Cristo sea lo mismo en todos; es decir, que seamos Cristianos de verdad”. (Martin Luther, 1520) 5:22 p.m.