Dinero: Dando en el Reino de Dios
6/1/2003
6 de octubre, 1999, Lilongwe, África.
En la iglesia donde vivo no hay ninguno que reciba salario, ninguno que junte dinero para sí mismo, ninguno que dé sermones para conseguir dinero. Pero todos están bastante involucrados en dar. En un ambiente como este, nunca iríamos a pasar la canasta para que cada uno coloque su diezmo, pero aún así cada una de las personas en la Iglesia contribuye financieramente para la obra de Dios. Existen varias personas en la Iglesia a quien fue confiada la responsabilidad de proporcionar en sus hogares una manera discreta por la cual hermanos y hermanas puedan contribuir. Ser capaz de dar en secreto de esa forma es como que la mano derecha queda sin saber lo que la mano izquierda está haciendo. Las personas no van al frente a contribuir para que otras personas las vean, pero son capaces de dar de corazón.
Existen muchas cosas para las cuales las personas pueden contribuir. Muchos hermanos colocan su dinero en un sobre, escribiendo en el lado de afuera el destino que desean para aquel dinero. Ellos pueden decir, “Para los pobres”, que primeramente puede ser los pobres entre nosotros o en nuestra comunidad. Ellos pueden escribir “Para Material Impreso”, como alguno de los libros que ustedes ya recibieron. Varios santos darán una parte de sus salarios porque su oración y disposición de corazón es de compartir aquellas verdades tan preciosas para ellos. Alguien podría dar dinero a un hermano que recientemente había trabajado bastante en el Señor. Tal vez él estaba viajando lejos de casa. Él no está en su trabajo como de costumbre estaría, pero porque desean que él tenga las condiciones de estar con aquellos creyentes en otro sitio, ellos dan parte de sus salarios para aquel propósito.
Escribir en el lado de afuera del sobre permite a las personas enlazar sus corazones con lo que está aconteciendo. No es sólo dar el dinero a ciegas en una canasta, mas el dinero representa la obra de Dios. De ese modo ellas pueden entonces enlazarse con un trabajo específico que también ha sido tan importante para sus corazones. Hay momentos en que nada específico viene a la mente. Tal vez ellos no saben para que contribuir esta semana. Entonces ellos pueden colocar: “Para lo que los líderes decidan”. Hay muchas posibilidades.
En el primer siglo las personas algunas veces vendían tierras y casas y colocaban el dinero a los pies de los apóstoles, que era distribuido de acuerdo a las necesidades de cada uno. Algunas veces, entonces, las cosas acontecen así. En la mayoría de las veces, las personas contribuyen más para alguna cosa específica. Como nadie está mirando, es fácil ser perezoso. Porque la mano izquierda no está vigilando a la mano derecha, usted puede acabar quedando perezoso en su contribuir. Cada uno de nosotros necesita ser bastante cuidadoso y no dejar acontecer eso. ¿Eso responde a su pregunta? ¿Tiene más? ¿Será que olvidé alguna cosa que podría ayudar?
¿Qué Sobre el Diezmo?
La enseñanza del diezmo no existe en el Nuevo Testamento. Si quiere dar el diezmo, usted también debe ofrecer sacrificios de animales. Es una enseñanza del Antiguo Testamento, de la Vieja Alianza. Era una disciplina del diez por ciento que Dios ordenó a Su pueblo en el Antiguo Testamento. “Dar el diezmo” no es parte del Nuevo Acuerdo, la Nueva Alianza, así como el sacrificio de animales o un “hombre sagrado” clérigo o sacerdote o la adoración en un templo no son parte de la Alianza en la Sangre de Jesús. Estos no lo son, y “dar el diezmo” tampoco lo es. NO EXISTE DAR EL DIEZMO en el Nuevo Contrato. Hombres que intentan extraer el dinero de las ovejas de Dios para financiar edificaciones destinadas a ceremonias religiosas y salarios de mercenarios intentan destacar versículos de la Vieja Alianza para persuadir al Pueblo de Dios a pagar esa cuenta. Pero, estos hombres, generalmente no insisten en la adoración sabática (“sábado”) en un templo de Jerusalén, o en sacrificios de animales, que también son parte de aquel acuerdo. Es totalmente deshonesto y fraudulento pegar una línea de un Contrato con otra línea de un Contrato diferente para construir el modelo de alguien. Pablo enseñó claramente que estamos muertos en nuestros pecados y la Sangre de Jesús es inútil para nosotros si viviéremos en la Alianza de la circuncisión, sábados y diezmos. No existe el “diezmo del 10% al pastor” en la BIBLIA. Esa no es la Manera de Dios.
En este Acuerdo, Dios quiere TODO, y quiere DEL CORAZÓN, y quiere eso POR EL ESPÍRITU. Jesús dice: “A menos que ustedes sobrepasen la justicia de los Fariseos, ustedes no pueden entrar en el reino” En este acuerdo, todo ha de ser RELACIONAL, de un vivo y corriente caso de amor con el Mesías. Nuestro “dar” en esta Alianza ha de ser sacrificial, como dirigido por la obediencia al Espíritu de Dios, día a día.
Cuando Jesús estaba de pie en el templo, él vio a una mujer poner dos monedas en el cofre del tesoro. Aquellas monedas no eran mucha cosa en términos de cantidad. Jesús dice que ella no dio el diez por ciento, ella no diezmó, pero ella dio todo su dinero. Ella dio el dinero de la comida. Dios era más importante para ella que la comida. Ella amaba al Señor su Dios con todo su corazón, alma, mente y fuerza. Ella no estaba intentando encontrar una manera de dar apenas el diez por ciento. Ella quiso dar el mejor presente que podía. Y Jesús dice: “Vean a esa mujer. Los ángeles están aplaudiendo y batiendo palmas por su causa, pues ella no pensó en diezmar, ella dio con todo su corazón, alma, mente y fuerza.” Ese es el mensaje del Nuevo Testamento. La Vieja Alianza es débil en comparación.
No Mercadear
Cuando Pablo escribió a algunas Iglesias, él dice: “Nosotros no predicamos la Palabra de Dios por lucro.” Pablo no vio sus dones como algo que pudiese vender. Jesús le había dado esos dones para que edificase a los otros, no para obtener dinero de ellos. En vez de intentar recibir dinero de las personas, él procuraba dar. Como ya fue dicho, otros se sacrificaron para imprimir los libros que trajimos. No estamos vendiendo estos libros. Nosotros estamos dando esos libros a ustedes y a otros más. Las enseñanzas en estos libros pertenecen a Jesús, no a nosotros. Jesús compartió esas cosas con nosotros libremente. Así de claro, nosotros queremos compartirlas con ustedes libremente.
Espero que nadie jamás piense en vender uno de estos libros a alguien. En cualquier don que Jesús le da, si es el de enseñanza, sabiduría, conocimiento, si es la habilidad de cantar o tocar, la habilidad de comunicarse bien en público, esto es algo que no pertenece a usted. Es algo que el Maestro confió a sus cuidados. Aquel don aún le pertenece a Él. Pero Él le confió a usted para que pueda enriquecer a otras personas. En una ocasión Jesús dice a los fariseos: “Si ustedes oran para que otros los admiren, esa será su única recompensa.” Lo mismo es verdad en cuanto al asunto del dinero. Si usted enseña, escribe o canta para que otros le paguen, aquel dinero será la única recompensa que usted tendrá. Pero si usted pretende dar libremente de aquello que Dios le dio, la recompensa será grande. Las bendiciones se multiplican en las vidas a su alrededor, y es para la honra de Dios.
En términos prácticos nuevamente, cada persona toma una decisión delante de Dios sobre como debe ser un contribuyente, como debe dar de sus bienes materiales. Las decisiones que esas personas toman son entre ellas y Dios, porque lo aman de todo corazón. Y así ellas escogen y entonces deciden donde emplearán aquel dinero. Hay barrios donde muchos santos viven cerca unos de otros. Colocamos una caja en uno de esos hogares en cada barrio. Y los santos que viven en aquel barrio van discretamente a aquella casa todas las semanas y piden a Dios que reciba su dinero. Ellos escriben una carta junto con el dinero indicando para qué área de la obra de Dios desea dar y lo colocan dentro de la caja. Es una cosa simple.
Tenemos también dos o tres hermanos que van a cada uno de aquellos barrios (pequeñas villas) recaudando todo aquel dinero en un lugar. Y esos honestos y confiables hermanos, trabajando juntos, tomarán el dinero que está designado para los pobres y lo distribuirán entre los más pobres de la comunidad. El dinero designado para la impresión de libros, ellos lo recogerán en un lugar y lo darán a los que cuidan de la impresión. Y cuando ciertos hermanos o hermanas que son fieles siervos de Dios tienen sus vidas cambiadas, sus familias cambiadas por causa de los dones de ciertas personas, ellos podrán colocar un nombre en el sobre y aquellos confiables hermanos, trabajando juntos, harán que los hermanos y hermanas cuyos nombres están en los sobres los reciban conforme a lo determinado.
Así como Pablo, tal vez sea que estos otros hermanos o hermanas también hagan tiendas u otros tipos de trabajos. Porque Pablo afectó la vida de las personas para Jesús en Filipos y Tesalónica, tal vez ellos enviasen a él una oferta por su trabajo allí. Él también distribuía para los pobres de su alrededor usando aquel don. Él también ayudaba a otros hermanos y hermanas como Timoteo y Tito para que estos no tuviesen que hacer tiendas en todo tiempo. En la carta a los Filipenses, Pablo dice que algunas veces recibió cosas de otros, otras veces no. Algunas veces él, hacia tiendas, otras veces no. Si Dios proveía sus necesidades de otro modo, entonces aquello era maravilloso. Si no, él hacia tiendas y proveía las necesidades de las otras personas. Sin problemas. Así, esos hermanos que recogen todo el dinero, distribuirán para cualquiera que tenga su nombre escrito en los sobres o para cualquier tipo de obra que estuviera designado en el sobre, sin coger nada para sí mismos. ¿Eso tiene sentido?
Mientras alguien puede dar dinero a una persona que está cambiando vidas, nadie decide que debe recibir dinero porque lo cree, por si mismo, que está cambiando otras vidas. Las personas cuyas vidas están siendo cambiadas son las que toman esas decisiones. Nadie decide que recibirá dinero. Todos deciden servir a Dios con cualquiera de los dones que tuvieren. Todos, no un clero y una audiencia. Todos. Algunos dones son bastante útiles. A medida que esos dones van ayudándolo a usted, queremos liberarlos para ayudar a otros. Eso pasa así a veces. Pero nunca porque alguien está mercadeando la Palabra de Dios, por lucro. Su único objetivo es ayudar y ser útil. Ellos no están intentando ganar dinero. No importa para ellos si tuvieren que hacer tiendas por los próximos cinco años o si fueren liberados por un tiempo. Ellos sirven a Dios de todo corazón en ambos casos. Eso es muy diferente de como la mayoría del mundo religioso funciona. Algunas personas ven la Palabra de Dios como una carrera. No es una profesión como carpintero. Eso no está en la Biblia.
Es Mejor Dar
Un punto más: Jesús dice: “Es mucho mejor dar que recibir”. Recibir es bueno, pero dar es mejor. Pero siempre hay un problema en exigir recibir. Si mis hijos viniesen a mí y dijesen: “¡Papá, Papá, hay alguna cosa para mí!” y ellos exigiesen y llorasen, la única cosa que recibirán será disciplina. Pero si veo a mis hijos compartiendo con otros y amando a otras personas, me siento bien libre para sorprenderlos con un presente. Lo mismo es verdad en la familia de Dios. Nunca debe haber alguien que esté exigiendo dinero. Nadie debe decir: “Está escrito, tenemos todo en común. Usted tiene que darme dinero.” Nadie debe decir: “Está escrito, si usted tiene dos capas, de una a su hermano. Usted tiene dos capas; de una para mí.” Eso es pecado. Y egoísmo. Entonces, si alguien está exigiendo dinero o cualquier otra cosa, la Iglesia no debe darle a aquella persona o verdaderamente lo estarán perjudicando. Pero si alguien está verdaderamente pasando necesidades y los hermanos descubren eso y por amor y deseo de servir a Jesús ellos dan, eso es una cosa maravillosa; eso es aceptable para Dios.
Todos Sirven a Dios en Todo Tiempo
Cuando Pablo viajó de ciudad en ciudad y de país en país para enseñar a otros, él no decía: “¡Yo soy un apóstol de Dios el Altísimo! Yo no debo rebajarme a hacer tiendas. ¡Yo soy un siervo de Dios!” Pablo hacia tiendas cuando necesitaba dinero. Si Dios le suplió sus necesidades de otras maneras, estaba todo bien con él también. Él no se importaba. Si hacia tiendas, entonces encontraba personas de negocios, personas a quien compraba tela para hacer las tiendas, personas que venían a comprar las tiendas que él hacía, ese era el campo en que él trabajaba también. A él no le importaba si encontraba a las personas en el mercado o en la sinagoga. Toda su vida era amar a Dios y a las personas, ser todas las cosas para todos los hombres, colocarse en todas las circunstancias en que podía estar. Si él estaba en la cárcel, él convertía al carcelero. Cuando estaba delante de reyes en juicio, él intentaba convertir al rey. Si estaba haciendo tiendas, él intentaba convertir a los compradores de tiendas. Como él se ganaba la vida no hacia ninguna diferencia.
Si Dios proveía para las necesidades de él a partir de otros hermanos y hermanas que lo amaban y eran agradables a él, y él así quedaba libre para no hacer tiendas por algún tiempo, entonces él tal vez viajase con Silas y otros hermanos, y podía ir a otras ciudades. Si su dinero se acababa, lo que la carta de Filipenses dice que aconteció con él en algunas ocasiones, entonces él hacia tiendas nuevamente por algún tiempo. Sin problemas.
Las tradiciones de los hombres nos enseñan un pésimo concepto de lo que significa ser un siervo de Dios. Pablo fue un siervo mucho más poderoso que la mayoría de los hombres que hoy se dicen ser siervos de Dios. Pablo recibía o no recibía dinero. Pablo trabajaba duro con sus propias manos noche y día y aún pagaba por sus comidas. A los Tesalonicenses él dice: “Yo hasta pagué por mis propias comidas cuando estaba entre ustedes. Yo podría esperar que ustedes me alimentasen, pero yo pagué por mis comidas. Yo trabajé duro con mis propias manos para que pudiese proveer a mis propias necesidades y las de los otros.”
Si aquello era verdad para un gran don como el de Pablo, ¿Por qué todos los pequeños dones piensan que son tan importantes al punto de que no deben trabajar duro con sus propias manos? Si Dios provee nuestras necesidades de otras maneras, está bien. Pero nadie debe esperar eso ni exigirlo. Si el pueblo de Dios tiene un corazón de liberarnos para que no necesitemos hacer tiendas, eso es maravilloso y todo está bien. Si el pueblo de Dios no ve la necesidad de que nosotros estuviéramos libres para servir de un modo ya que hacer tiendas no nos detiene, entonces nosotros haremos tiendas e intentaremos suplir las necesidades de otras personas.
Entonces, estas cosas son bien prácticas, que ya nos vienen beneficiando por quince años, siendo que muchos hermanos en nuestro medio en el pasado eran pastores o lideres. Ellos concedieron sus salarios, posiciones y sus títulos, y Dios también ha sido muy fiel. Ninguno de ellos pasa hambre y todos están sirviendo a Dios en todo tiempo. Todos los santos, hasta los hijos sirven a Dios en todo tiempo. Ellos no sirven a Dios a cambio de pago; ellos sirven a Dios por amor y Dios provee sus necesidades de muchas maneras. Es una verdad muy preciosa, pero algunas veces es un tanto asustador abandonar las tradiciones de los hombres, especialmente cuando nos cuesta el dinero que está en nuestro bolsillo. Nadie jamás confió en Dios así y Dios lo dejo de lado. Dios es fiel. Él cuida de los lirios. Él cuida de las aves del cielo. Él cuida de cualquiera que lo ama. No existen categorías especiales de Cristianos.
No existe un sistema de castas en el Cristianismo donde algunas personas venden sus dones mientras otras personas tienen apenas dones de “personas normales”. Nadie vende su don en la iglesia verdadera. Dios atiende las necesidades de todos como Él vea conveniente. Dios decide como nuestras necesidades son atendidas. Somos siervos de Dios en todo tiempo, sea en el mercado, en la cárcel o en nuestros hogares. Esas son verdades muy importantes. Tenemos que sacudir el árbol de las tradiciones de los hombres y derrumbarla. Dios es fiel; Él nos protegerá si hacemos eso.
Un ejemplo práctico: otros hermanos y hermanas decidieron que nosotros tres deberíamos venir para acá. Nosotros no decidimos que “somos súper-héroes, por lo tanto vamos a viajar para algún lugar”. Nosotros no somos eso. Somos simples esclavos como ustedes. Fue la decisión de ellos, no la nuestra. Ellos ofrecieron pagar nuestras cuentas mientras estuviésemos fuera. Nosotros no decidimos eso ni pedimos eso. El Pueblo de Dios, oyéndolo a Él, decidió en unión que nosotros deberíamos ir. Es una cuestión bien simple.
Las tentaciones que pasó Jesús en la cima del templo, ellas son bien parecidas con las tentaciones que pasamos algunas veces, ¿O, no lo son?
¿Nosotros Realmente Creemos?
Pregunta: Cuando escogemos dividir el mensaje del Rey y del Reino como nuestros amigos en las denominaciones, ¿Qué debemos decir a ellos sobre la ayuda financiera que ellos y otros reciben dentro de aquella denominación? Algunas personas actualmente dependen de la denominación para su sustento.
Si una persona decide ser parte de una denominación por causa del dinero, Dios lo juzgará severamente. Si una persona rechaza las Verdades de Dios por causa del dinero, es porque esa persona adora a satanás. ¡Eso no tiene nada que ver con el dinero! ¡Eso tiene que ver con DIOS que es mucho mayor que el dinero! Nosotros debemos confiar en Dios y obedecerlo cualquiera que sea el costo. Si va a costarnos la familia o nuestra casa, o si va a costar nuestro trabajo, si va a costar todo nuestro dinero—esas cosas son para Jesús y eso vale la pena, cualquiera que sea el costo.
Pedro y Juan dijeron: “Plata y oro YO NO TENGO. Pero yo tengo a Jesús y lo que tengo, te doy.” Si una denominación está echando dinero en la vida de las personas y eso es el sustento de ellas, y tales personas allí dentro comienzan a obedecer a Jesús sin importarles las consecuencias, entonces de dos cosas una puede suceder. Una de las cosas que puede ocurrir es que las verdades de Dios fluirán por la denominación y la transformarán por completo. Las personas darán hasta más dinero porque sus vidas son cambiadas. Y la otra cosa que puede suceder es que la denominación cortará la ayuda financiera. Y si ellos cortan el dinero… yo digo: “Y DE ALLÍ” Dios proveerá para todos los que son obedientes y fieles.
¿Nosotros realmente creemos que Dios es dueño del ganado sobre los miles de montes? ¿Nosotros creemos que cualquier cosa que pedimos de Él en Su Nombre, Él proveerá? ¿Nosotros creemos que Él nos ama más de lo que ama a los gorriones y a las flores de los campos? ¿O eso es sólo una broma religiosa donde estamos involucrados para obtener cosas para nosotros mismos? Si usted sigue los caminos de Dios por dinero, o si usted está dispuesto a dejarlo por menos y abandonar las Verdades de Dios por dinero, entonces yo te digo lo mismo que Pedro dice a Simón el mago: “¡Perezcan tú y tu dinero en el infierno!” Nosotros no debemos ser afectados por el dinero. Debemos creer en Dios y obedecerlo no importa cuál sea el costo de eso. Él es un Padre maravilloso que ama dar buenos presentes a Sus hijos.
Considere Eso…
Cuando Etiopía era una nación Cristiana y muchas personas obedecían a Dios, Etiopía era llamada el granero de África. Bueno, es Dios quien manda que las lluvias caigan, que las cosechas crezcan, que los rebaños aumenten y que una nación prospere. Cuando Etiopía se volvió una nación Islámica y el Cristianismo fue mezclado, Dios juzgó a la tierra y la lluvia dejó de caer. Y Etiopía ahora es un desierto, no un granero.
Pare y piense sobre eso porque lo que yo quiero decirles es que lo inverso también es verdad. Si nosotros construimos la Casa de Dios y no nuestras propias casas, y si nosotros mismos gastamos para Dios en vez de intentar proteger nuestras propias riquezas, entonces Dios hará que nuestras cosechas crezcan. Él hará que las lluvias caigan, que nuestros negocios prosperen y Él encontrará medios de proveer para nuestras necesidades.
Si por otro lado nosotros intentamos protegernos, transigiendo y desobedeciendo las verdades porque tenemos miedo de lo que pueda acontecer, entonces Dios nos juzgará severamente. Nuestros bolsillos tendrán huecos. El dinero que pensábamos tener no será lo tanto que especulamos tener. La semilla que lanzamos en el campo no dará lo tanto que debería. Pero, si confiamos en Dios, Él cuidará de nosotros. Y del mismo modo, si desobedecemos y transigimos, Él nos juzgará. (Hageo, capitulo 1).
¿Cuándo es que Dios tendrá un pueblo que finalmente confiará en Él y Lo obedecerá no importa cuáles sean las consecuencias? ¿Ustedes serán ese pueblo? Si no, ustedes se CORROMPERÁN. Si fueren, ustedes prosperarán para la ¡GLORIA DE DIOS!
Señor Dios Todopoderoso, por favor, atiende a nuestra oración ahora mismo. Nosotros pedimos que Tú abras los cielos. Por favor, continúa derramando Tú revelación a hermanos y hermanas sinceros. Continúa derramando Tú óleo de alegría en aquellos que son obedientes. Continúa construyendo Tú Iglesia con gran sabiduría, amor y auto sacrificio para aquellos que Te obedezcan a Ti a cualquier precio. Nosotros también te pedimos, Dios, como Tú prometiste en el libro de Deuteronomio, que Tú traes maldiciones y juzgamientos sobre los que no te obedecen a Ti Nosotros te invitamos a ser nuestro Padre si Te amamos y obedecemos. Nosotros te invitamos a ser nuestro Juez si Te desobedecemos. Sabemos que Tú no sientes placer en traer calamidades, pero algunas veces nosotros necesitamos de palmadas para quebrar nuestros espíritus. Nosotros te invitamos a darnos palmadas espirituales si somos hallados tercos. Pedimos que Tú nos abraces y nos ayudes en nuestras flaquezas. Por favor, quiebra nuestra rebelión y ayúdanos en nuestras flaquezas. Nosotros te invitamos a Ti a extender Tus manos y hacer cosas sobrenaturales de esas maneras. Nosotros sabemos que Tú eres Real, Vivo y Glorioso. Esto no es un juego y nosotros no estamos intentando escogerte a Ti para ser Dios. TÚ ERES DIOS, y nosotros debemos doblar nuestras rodillas a Ti Somos tontos y flojos algunas veces, mas te invitamos a Ti para hacernos hombres y mujeres de Dios, aplastando nuestra rebelión. Damos Gloria a Ti como nuestro Autor y Creador, Amador de nuestras almas y el Constructor de Tú Iglesia ¡Grande es Tú nombre! ¡AMÉN!